versos de R. Tagore:
"No fue el martillo el que dejó estas piedras perfectas, sino el agua con su dulzura, su danza y su canción."
Donde la dureza sólo puede destruir, la suavidad consigue esculpir.
"No fue el martillo el que dejó estas piedras perfectas, sino el agua con su dulzura, su danza y su canción."
Donde la dureza sólo puede destruir, la suavidad consigue esculpir.
Hacer que nuestras emociones exploten por nada, arreglar todo a gritos y a "porque yo tengo razón", compartir discusiones sin fin donde no se toman decisiones, de nada sirve, energía malgastada, cambios bruscos y de corta duración.
La suavidad, la humildad, el silencio, la cortesía, nos ayudan a graduar la energía y conseguir lo que se quiere, cambian las palabras por hechos, modificando individualmente muchas cosas, con su amor, con sus acciones, sin gritos ni ira.
La paciencia y la constancia, construyen cimientos inamovibles, indestructibles por grandes catastrofes inesperadas.
Nunca se repite la misma gota fresca en el agua del rio que fluye de forma continua, bañando el mimo lugar día tras día.
Los sonidos del agua y de su entorno, maravillosos sonidos compuestos de aire, colores, paz, armonía y amor.
El agua de los ríos que vuelve fértil la tierra que bañan, tierra donde crece y se reproduce la vegetación.
Las personas que nos ofrecen sus corazones de forma incondicional son como ríos que vuelven fértil su entorno. dejan fluir su perfume de amor desde lo más profundo de su corazón, mientras se enfrentan a las difíciles experiencias de la vida.
Baja el agua de los manantiales, humildemente, abriendose camino, bañando la tierra, para después formar paso a paso torrentes, ríos, estanques, lagos, ríos y mares.El agua, fiel a si misma purifica, arrastra la suciedad, las impurezas en su camino. La persona que da amor de forma incondicional no deja que las lagrimas hagan surcos en su corazón, las transforma en agua para fertilizar su jardín, haciendo que las flores se abran igual que sonrisas en la cara de los niños, esparciendo su aroma de alegría y color.
Al amar aparece muchas veces el deseo inconsciente de posesión de aquello que amamos, sin darnos cuenta que el amor es como un río que fluye sin cesar, que no pertenece a nadie ni nada ni nada ni nadie le pertenece, no intenta poseer lo que no le pertenece, por eso no se convierte en victima de sus propios sentimientos el que ama de forma incondicional, ha aprendido que atraves del sufrimiento aprende y descubre algo más del amor y de si mismo.
Una inteligencia brillante va acompañada de espíritu y sentido del humor, no exento siempre de ridículo y a veces inadecuado, insulso y superficial. La razón es que las personas muchas veces a pesar de tener una gran agudeza, no sabemos mirar en esa parte dentro de nosotros mismos escondida donde tienen a su alma de niño dormida.
El niño que utiliza el humor para aligerar su pensamiento, su visión de la vida desde el mejor aspecto, para suavizar sus esfuerzos por comprender la verdad, es decir, para encontrar alegría y entusiasmo en sus experiencias aveces muy duras.
El adulto se preocupa en exceso del futuro, retirandose del juego cansado y frustrado de las reglas que ha impuesto el mismo y que se empeña en achacar a otros.
Si consideramos las experiencias de forma adecuada las podemos convertir en una fuente de enriquecimiento. Miremoslas con los ojos de un niño, observemoslas con disponibilidad, sin críticas, dejando que nuestro espiritu fluya en las cosas con frescura y espontaneidad, convirtiendo la vida en una hermosa aventura.
Transformemos el sentido del humor en una cascada que improvise un río que encuentre una nueva fuerza, una nueva energía en su camino hacia el mar.
Nunca se repite la misma gota fresca en el agua del rio que fluye de forma continua, bañando el mimo lugar día tras día.
Los sonidos del agua y de su entorno, maravillosos sonidos compuestos de aire, colores, paz, armonía y amor.
El agua de los ríos que vuelve fértil la tierra que bañan, tierra donde crece y se reproduce la vegetación.
Las personas que nos ofrecen sus corazones de forma incondicional son como ríos que vuelven fértil su entorno. dejan fluir su perfume de amor desde lo más profundo de su corazón, mientras se enfrentan a las difíciles experiencias de la vida.
Baja el agua de los manantiales, humildemente, abriendose camino, bañando la tierra, para después formar paso a paso torrentes, ríos, estanques, lagos, ríos y mares.El agua, fiel a si misma purifica, arrastra la suciedad, las impurezas en su camino. La persona que da amor de forma incondicional no deja que las lagrimas hagan surcos en su corazón, las transforma en agua para fertilizar su jardín, haciendo que las flores se abran igual que sonrisas en la cara de los niños, esparciendo su aroma de alegría y color.
Al amar aparece muchas veces el deseo inconsciente de posesión de aquello que amamos, sin darnos cuenta que el amor es como un río que fluye sin cesar, que no pertenece a nadie ni nada ni nada ni nadie le pertenece, no intenta poseer lo que no le pertenece, por eso no se convierte en victima de sus propios sentimientos el que ama de forma incondicional, ha aprendido que atraves del sufrimiento aprende y descubre algo más del amor y de si mismo.
Una inteligencia brillante va acompañada de espíritu y sentido del humor, no exento siempre de ridículo y a veces inadecuado, insulso y superficial. La razón es que las personas muchas veces a pesar de tener una gran agudeza, no sabemos mirar en esa parte dentro de nosotros mismos escondida donde tienen a su alma de niño dormida.
El niño que utiliza el humor para aligerar su pensamiento, su visión de la vida desde el mejor aspecto, para suavizar sus esfuerzos por comprender la verdad, es decir, para encontrar alegría y entusiasmo en sus experiencias aveces muy duras.
El adulto se preocupa en exceso del futuro, retirandose del juego cansado y frustrado de las reglas que ha impuesto el mismo y que se empeña en achacar a otros.
Si consideramos las experiencias de forma adecuada las podemos convertir en una fuente de enriquecimiento. Miremoslas con los ojos de un niño, observemoslas con disponibilidad, sin críticas, dejando que nuestro espiritu fluya en las cosas con frescura y espontaneidad, convirtiendo la vida en una hermosa aventura.
Transformemos el sentido del humor en una cascada que improvise un río que encuentre una nueva fuerza, una nueva energía en su camino hacia el mar.
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