“Errar es de humanos, pero echarle la culpa a los demás es más humano todavía” Charles Chaplin
Los siete pecados capitales del caracter:
1 Querer tener siempre la razón
Las personas que poseen esta característica siempre tienen miedo a perder en
las discusiones con los demás y aveces en medio de su desesperación por
ganar y convencer, hasta llegan a argumentar sus puntos de vista con el
llanto para así hacerlos más contundentes.
Por lo general ni siquiera escuchan las razones de las otras personas y las
califican de mentiras.
Se sienten solos e incomprendidos por el resto de la gente y sus frases más
comunes son, “nadie me cree y nadie me entiende”.
En la mayoría de los casos, son así porque desde que estaban pequeños les
siguieron todos los caprichos.
La única forma de convencerlo de que no siempre tienen la razón es mediante
la evidencia, y muchas veces a pesar de tenerla enfrente siguen alegando que
sí la tienen.
2 Echarle la culpa a otro
Aquellos que optan por echarle la culpa a los demás de todo lo que pasa, se
creen perfectos y piensan que nunca se equivocan con nada.
Por lo general, no son sujetos buenos para realizar trabajos en equipo, pues
desconfían de la eficiencia de sus compañeros y piensan que en cualquier
momento cometerán errores que lo perjudicarán a ellos también.
Llevan una vida sin compromisos y no son capaces de asumir las
responsabilidades que se les delegan. Todo para no correr riesgos.
Por otra parte, siempre creen que se les está acusando de algo, aunque no
sea así o aunque ellos sepan que no lo hicieron, ya que por su condición de
culpar a los demás sufren de cierto delirio de persecución, y cuando saben
que si son responsables de lo sucedido nunca lo aceptan ante los demás.
3 Hacerse siempre el mártir
Son aquellas personas que buscan que los demás siempre piensen que están mal
y que les tengan lástima y sientan compasión por su situación.
Les gusta sufrir y son masoquistas, para que en realidad les crean y les
manifiesten algún tipo de afecto.
Estos seres manipulan a la gente a través del llanto y del pesar y siempre
están pensando que el resto del mundo es cruel y que se ensañó contra ellos.
Además de que se proyectan como mártires ante la sociedad, inconscientemente
también lo hacen con ellos mismos y por eso la mayoría son hipocondríacos,
pues necesitan sentir compasión por ellos todo el tiempo.
Por otra parte, creen que son inferiores al resto y como supuestamente
siempre les pasa algo malo, buscan que los demás les ayuden en todo y a
veces llegan al punto de pedirlo por caridad.
4 Poner una excusa para todo
Existen personas que siempre buscan agradarles a los demás y se comprometen
con todo, pero como luego no están en capacidad de cumplir, se ven obligados
a inventar razones para justificarse y no quedar mal.
Siempre responden que lo intentaron por todos los medios, pero que les fue
imposible y buscan la excusa perfecta para quedar como reyes.
Estas personas, se acostumbraron a que desde niños tenían una buena
explicación para no que no los reprendieran.
Además son pésimos para aceptar sus errores, pues siempre le encuentran
razones para justificarlos.
5 Siempre en tono negativo
La gente que es pesimista por naturaleza, constantemente piensa que todo le
va a salir mal... Y así sucede.
No tienen esperanza y no hacen planes para el futuro, ya que no creen que
puedan llegar a realizarlos de forma satisfactoria.
Normalmente exageran el realismo y son crueles y castigadores con ellos
mismos y con quienes los rodean.
Nunca se ponen metas porque no las ven viables y todo lo que les pasa o lo
que tienen es malo por donde lo miren. Pocas veces le reconocen el lado
bueno a algo o a alguien. Son seres llamados tóxicos.
Lo que compran o lo que les dan siempre les parece inadecuado o
insuficiente.
Llegan a tal punto de criticar que aunque no les parezca malo, se les
convierte en un terrible vicio y no son capaces de reconocer cuando algo es
bueno o cuando alguien hace las cosas bien.
6 Ser intolerantes
Las personas con poca tolerancia se enojan con facilidad y comienzan a
sentir que todo el mundo los ofende aunque no sea verdad.
Son muy susceptibles a los comentarios o a las molestias de los demás,
aunque se trate de asuntos insignificantes. Son impacientes.
No soportan el fracaso, las equivocaciones o las fallas naturales de los
demás.
Son normativos y todo tiene que salir como ellos quieren, porque de lo
contrario de enfadan.
Son muy exigentes y esperan que el resto del mundo gire a su alrededor.
Cuando se molestan pueden ser rebeldes y se niegan a colaborar con los
demás.
Tienden a guardar rencores por mucho tiempo y no perdonan fácilmente.
Cuando están muy enfadados pueden decir cosas hirientes, aunque
verdaderamente no lo sientan.
7 La desconfianza anda por ahí
Estas personas son paranoicas y sienten que cualquier otro puede ser su
enemigo, aunque no lo conozcan.
Por lo general, consideran que todo el mundo tiene malas intenciones y que
les hará daño en algún momento.
Desconfían de lo que comen, de lo que compran y cualquier asunto o persona
es susceptible de despertar su sospecha.
Tampoco creen en ellos mismos, demuestran inseguridad ante los demás y falta
de confianza en lo que pueden hacer.
Les cuesta mucho trabajo enamorarse o mantener por largo tiempo una relación
estable. Son celosos y siempre están pensando que su compañero (a) los va a
dejar de un momento a otro.
A todo lo que ven le buscan la falla para demostrar que en efecto es malo.
Utilizan frases como “de eso tan bueno no dan tanto”, “la gente nunca es tan
buena”, “ya verá lo que pasa” o “yo se los advertí”.
Juan Carlos Posada explica que "cuando una sola persona lleva a
cuestas varios de estos pecados, ve muy afectada su vida social.
María Elena Restrepo opina que
es importante revisar nuestro comportamiento e identificar cuáles son
nuestros principales defectos, para así empezar a mejorar cada uno de ellos
poco a poco.
Juan Carlos dice, también, que lo mejor, luego de reconocerlos y tener la
decisión de cambiar, es pedir la ayuda de un profesional para empezar a
trabajar y a fortalecer los aspectos de nuestra personalidad que cuando
están débiles se convierten en grandes defectos.
Estos son:
el autoestima, que es cómo me veo;
la autoimagen, que se refiere a
cómo creo que me ven los otros;
la autoeficacia, que significa lo que yo
creo que soy capaz de hacer;
y el autoconcepto, que es lo que yo creo de mí.
Imagina un fallo que hayas tenido y piensa que respuestas de las que se exponen a continuación están más en consonancia con tu actitud, el estilo de pensamiento que tengamos se va reflejar en nuestra vida y en nuestros éxitos. Podemos esforzarnos o confiar en la suerte, es nuestra decisión:
Respuestas A, locus de control externo:
Fallé, pero no fue culpa mía.
No tenía elección.
No podía hacer nada para solucionarlo.
Lo intenté pero no funcionó.
Si los demás no hubiesen estorbado todo habría sido diferente.
El victimismo o cómo echar las culpas a los demás y no encargarse de buscar causas en uno mismo. Negamos la realidad.
Mis aciertos son míos, los desaciertos ¡no me corresponden!
Son por culpa de los otros.
Proyectamos nuestra infelicidad en los demás, en lugar de tomar medidas para hacer cambios que, obviamente, nos darán mejores resultados.
Respuestas B, locus de control interno:
Fallé pero volveré a intentarlo, seguro que puedo.
Se puede hacer, nunca antes lo había hecho.
Tengo que encontrar un modo de hacerlo mejor.
Aprendí de mis errores y mejoré.
Somos conscientes de que nosotros tenemos control sobre nuestros propios fallos y podemos corregirlos si ponemos esfuerzo en ello.
No funciona así que tendremos que trabajar todos para mejorarlo.
Todo en su justa medida, evidentemente no podemos darnos un 99% de culpa, aunque si somos sinceros, en algun conflicto de nuestra vida deberiamos otorgarnos ese porcentaje... pero entre dos o mas personas, la culpa suele estar repartida.
En un pasado cercano, en un presente, o en un pasado ya muy pasado, hemos podido crear causas que provocaran el conflicto.
locus = lugar o localización termino acuñado por el psicólogo Rotter y que se refiere a las expectativas que tenemos de las personas sobre las posibilidades de éxito o vracaso cuando vamos hacer algo
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